viernes, 8 de marzo de 2013

De vuelta a Colorado


Y ya van dos. Es la segunda vez que vengo a Colorado a esquiar, y una vez más vuelvo a decir que no será la última. Para los que vivimos con pasión los deportes de invierno, y la montaña en general, Colorado es como el paraíso. 

 Vistas desde la casa de alquiler

Como ya conté hace dos años la calidad de la nieve es espectacular, y si encima te toca un par de nevadas entre medias, pues ya es imposible de mejorar.

 Una pista cualquiera en Breck

Como ya lo conocíamos, esta vez nos organizamos un poco mejor, y decidimos ir directamente a la estación mas alta para asegurarnos la mejor nieve: Breckenridge. En esta ocasión decidimos avisar a algunos de nuestros amigos pensando que tal vez alguno se apuntaría. 

Base del Imperial Express para subir a los 4000m. Poquita gente se atreve

Con lo que no contábamos es con tener tanto poder de convocatoria, y juntarnos un total de 17 personas. Y eso que dos mas se cayeron de la lista en el último minuto.

Vistas desde los 4000m de altitud

Reservamos el alojamiento en una de mis Webs favoritas: www.airbnb.com. No es por hacer publicidad, pero es que funciona francamente bien. Nuestra casa costo $1400 por 5 noches, y como éramos 9 personas (cabian hasta 12) pues nos salió tirado de precio. 

La casa de alquiler. Imposible llegar sin un 4x4

Y los vuelos tampoco me parecen caros teniendo en cuenta la distancia. Nosotros pagamos $240 por los billetes i/v Nueva York-Denver. A esto hay que sumarle el coche de alquiler, donde no se puede grapear porque las carreteras son peligrosas. 

Beaver creek

Pagamos por un todoterreno, o como dicen ahora por aquí, por  un SUV unos $300 por todos los días. En resumen, el viaje con alojamiento sale por unos $500 por persona. Pero atención que hay truco del almendruco. Algún pero tiene que haber. El forfait es extremadamente caro. En todas las estaciones esta en torno a $105-120, lo cual considero un robo a mano armada. 

 Pistas en Beaver Creek

Y cuando no te sale un día con condiciones óptimas te lo piensas dos veces, aunque en mi caso yo prefiero sacrificar otros gastos, y una vez allí subir todos los días caiga quien caiga. Y no me arrepiento porque en esta ocasión, todos los días fueron espectaculares. Soleados o nevando las condiciones eran en ambos casos prácticamente perfectas.

 Control de velocidad en las pistas (?)

El primer día esquiamos en Breckenridge, o simplemente Breck como dicen los locales. Increíble. Con una cota máxima que llega hasta los 4000m (en España el pico mas alto, el Teide tiene 3700m para que os hagáis una idea) al principio te encuentras mareado, con un dolor de cabeza de tres pares, y con un ritmo cardiaco que da miedo. De hecho, varios de nuestros acompañantes no pudieron ni esquiar  por los vómitos y los mareos. Y como el mal de altura es independiente de tus condiciones físicas, lo mejor es prevenir, hidratarse todo lo que se pueda, e incluso medicarse. Por suerte a mi salvo el dolor de cabeza y el no poder dormir (nuestra casa estaba a 3250m de altitud) no me impidieron esquiar.

US Open en Vail

El día empezó soleado, pero cuando me anime a subir solo a lo alto del Peak 8 cogiendo el telesilla Imperial Express, el termómetro marcaba -33 grados Celsius, con un viento gélido. En cualquier caso me dio tiempo a hacer un par de bajadas y disfrutar de las vistas el tiempo justo como para que no se me congelaran las manos.

Pistas en Vail

Al día siguiente decidimos ir a visitar una estación nueva para mi: Beaver Creek (el Arroyo del Castor?). Para mucha gente de las estaciones más exclusivas del planeta. Lo cierto es que la estación es muy bonita, con todas las pistas entre abetos, y con remontes y restaurantes muy modernos (y caros). Pero en general es una estación facilona. Y lo curioso es que muchas de las pistas mas fáciles estaban en las cotas mas altas. Salvo alguna pista como Golden Eagle, en general me pareció la estación perfecta para una familia. Yo tuve la suerte de que nevó muchísimo y pude hacer mucho fuera de pista con nieve por las rodillas.  Y entre los chopos y los abetos, que por cierto es espectacular, aunque alguna rama me comí bien comida.

 Mucha gente esquiando!

Al tercer día y tras una gran cena con toda la tropa a base de filetones, nos fuimos a mi estación favorita. Vail. Es increíble, inmensa, muy bonita, moderna y con muchísimo encanto. Y con muchísimo ambiente por las calles del pueblo. Por desgracia era sábado, después de una semana de nieves, hacía muy buen tiempo, y para colmo se celebraba el US Open de snowboard. Es decir, que había bastante peña, y nos tragamos alguna cola de más de 20 minutos. Pero como suele ocurrir a la hora de comer la gente se suele ir y se queda todo vacío. 

Pistas entre abetos

Es el momento para tirar por la tangente, despedirse a la francesa de los compañeros esquiadores que no siguen el ritmo y subir a darlo todo. Que fuera de pistas!. Todavía ruedan lagrimas de felicidad por mis mejillas solo de recordarlo. Hay unas palas espectaculares, por todos los lados. Toda una cara de una cornisa larguísima esta llena de lo que aquí llaman bowls, o zonas con pistas negras (double diamonds) que aunque muy empinadas, con esa nieve se hacen divertidísimas.
 Tortazo contra el pino

Y ya para concluir, el cuarto día decidimos volver a Breckenridge a disfrutar de las zonas que aún nos quedaban por conocer. Los itinerarios por detrás del Peak 9, con pistas estrechas y empinadísimas, y con unas bañeras que parecían trincheras. Y todas las pistas negras alrededor del Peak 10 donde me cante dos tortazos monumentales, uno contra un pino que freno mi caída, y donde si no llega a ser por los amigos no consigo quitarme ni los esquíes de lo encajado que me quede.

Panorámica del pueblo de Vail

Ese mismo día, y sin ducharnos, nos fuimos directos al aeropuerto para coger el vuelo nocturno y llegar a primera hora a NY para ir directo a la oficina. Muy duro, pero muy feliz. Vuelvo a decir lo mismo: volveré.

K