Y ya
van dos. Es la segunda vez que vengo a Colorado a esquiar, y una vez más vuelvo
a decir que no será la última. Para los que vivimos con pasión los deportes de
invierno, y la montaña en general, Colorado es como el paraíso.
Vistas desde la casa de alquiler
Como ya conté
hace dos años la calidad de la nieve es espectacular, y si encima te toca un
par de nevadas entre medias, pues ya es imposible de mejorar.
Una pista cualquiera en Breck
Como ya
lo conocíamos, esta vez nos organizamos un poco mejor, y decidimos ir
directamente a la estación mas alta para asegurarnos la mejor nieve:
Breckenridge. En esta ocasión decidimos avisar a algunos de nuestros amigos
pensando que tal vez alguno se apuntaría.
Base del Imperial Express para subir a los 4000m. Poquita gente se atreve
Con lo que no contábamos es con tener
tanto poder de convocatoria, y juntarnos un total de 17 personas. Y eso que dos
mas se cayeron de la lista en el último minuto.
Vistas desde los 4000m de altitud
Reservamos
el alojamiento en una de mis Webs favoritas: www.airbnb.com.
No es por hacer publicidad, pero es que funciona francamente bien. Nuestra casa costo $1400 por 5 noches, y como éramos 9 personas (cabian hasta 12)
pues nos salió tirado de precio.
La casa de alquiler. Imposible llegar sin un 4x4
Y los vuelos tampoco me parecen caros teniendo
en cuenta la distancia. Nosotros pagamos $240 por los billetes i/v Nueva
York-Denver. A esto hay que sumarle el coche de alquiler, donde no se puede
grapear porque las carreteras son peligrosas.
Beaver creek
Pagamos por un todoterreno, o
como dicen ahora por aquí, por un SUV
unos $300 por todos los días. En resumen, el viaje con alojamiento sale por
unos $500 por persona. Pero atención que hay truco del almendruco. Algún pero
tiene que haber. El forfait es extremadamente caro. En todas las estaciones
esta en torno a $105-120, lo cual considero un robo a mano armada.
Pistas en Beaver Creek
Y cuando no
te sale un día con condiciones óptimas te lo piensas dos veces, aunque en mi
caso yo prefiero sacrificar otros gastos, y una vez allí subir todos los días
caiga quien caiga. Y no me arrepiento porque en esta ocasión, todos los días
fueron espectaculares. Soleados o nevando las condiciones eran en ambos casos
prácticamente perfectas.
Control de velocidad en las pistas (?)
El
primer día esquiamos en Breckenridge, o simplemente Breck como dicen los
locales. Increíble. Con una cota máxima que llega hasta los 4000m (en España el
pico mas alto, el Teide tiene 3700m para que os hagáis una idea) al principio
te encuentras mareado, con un dolor de cabeza de tres pares, y con un ritmo
cardiaco que da miedo. De hecho, varios de nuestros acompañantes no pudieron ni
esquiar por los vómitos y los mareos. Y
como el mal de altura es independiente de tus condiciones físicas, lo mejor es
prevenir, hidratarse todo lo que se pueda, e incluso medicarse. Por suerte a mi
salvo el dolor de cabeza y el no poder dormir (nuestra casa estaba a 3250m de
altitud) no me impidieron esquiar.
US Open en Vail
El día
empezó soleado, pero cuando me anime a subir solo a lo alto del Peak 8 cogiendo
el telesilla Imperial Express, el termómetro marcaba -33 grados Celsius, con un
viento gélido. En cualquier caso me dio tiempo a hacer un par de bajadas y
disfrutar de las vistas el tiempo justo como para que no se me congelaran las
manos.
Pistas en Vail
Al día
siguiente decidimos ir a visitar una estación nueva para mi: Beaver Creek (el
Arroyo del Castor?). Para mucha gente de las estaciones más exclusivas del
planeta. Lo cierto es que la estación es muy bonita, con todas las pistas entre
abetos, y con remontes y restaurantes muy modernos (y caros). Pero en general
es una estación facilona. Y lo curioso es que muchas de las pistas mas fáciles
estaban en las cotas mas altas. Salvo alguna pista como Golden Eagle, en
general me pareció la estación perfecta para una familia. Yo tuve la suerte de
que nevó muchísimo y pude hacer mucho fuera de pista con nieve por las
rodillas. Y entre los chopos y los
abetos, que por cierto es espectacular, aunque alguna rama me comí bien comida.
Mucha gente esquiando!
Al
tercer día y tras una gran cena con toda la tropa a base de filetones, nos
fuimos a mi estación favorita. Vail. Es increíble, inmensa, muy bonita, moderna
y con muchísimo encanto. Y con muchísimo ambiente por las calles del pueblo.
Por desgracia era sábado, después de una semana de nieves, hacía muy buen
tiempo, y para colmo se celebraba el US Open de snowboard. Es decir, que había
bastante peña, y nos tragamos alguna cola de más de 20 minutos. Pero como suele
ocurrir a la hora de comer la gente se suele ir y se queda todo vacío.
Pistas entre abetos
Es el
momento para tirar por la tangente, despedirse a la francesa de los compañeros
esquiadores que no siguen el ritmo y subir a darlo todo. Que fuera de pistas!.
Todavía ruedan lagrimas de felicidad por mis mejillas solo de recordarlo. Hay
unas palas espectaculares, por todos los lados. Toda una cara de una cornisa
larguísima esta llena de lo que aquí llaman bowls, o zonas con pistas negras
(double diamonds) que aunque muy empinadas, con esa nieve se hacen
divertidísimas.
Tortazo contra el pino
Y ya para
concluir, el cuarto día decidimos volver a Breckenridge a disfrutar de las
zonas que aún nos quedaban por conocer. Los itinerarios por detrás del Peak 9,
con pistas estrechas y empinadísimas, y con unas bañeras que parecían
trincheras. Y todas las pistas negras alrededor del Peak 10 donde me cante dos
tortazos monumentales, uno contra un pino que freno mi caída, y donde si no
llega a ser por los amigos no consigo quitarme ni los esquíes de lo encajado
que me quede.
Panorámica del pueblo de Vail
Ese
mismo día, y sin ducharnos, nos fuimos directos al aeropuerto para coger el
vuelo nocturno y llegar a primera hora a NY para ir directo a la oficina. Muy
duro, pero muy feliz. Vuelvo a decir lo mismo: volveré.
K