Iceland
Hace tiempo que tengo escrito este resumen de
mi viaje a Islandia, pero por una cosa o por otra no lo había publicado. Mas
vale mas tarde que nunca….
Blue Lagoon
Cut and paste:
Debido
a mi pasión por la naturaleza hacia tiempo que tenia en mente este viaje. No se
me ocurre ningún otro país con tantos contrastes naturales y climáticos, donde
en un miso día puedes pasar de estar en la playa mientras nieva a lo alto de
una montaña con un sol esplendido. Y todo ello casi en las más absoluta soledad
salvo algún que otro turista sobre todo en las atracciones mas cercanas a
Reikiavik.
El Troll nos da la bienvenida
En
principio el viajo estaba organizado para ir yo solo por mi cuenta y riesgo,
pero finalmente dos buenos amigos decidieron acompañarme, y la verdad es que
fue un acierto en todos os sentidos. Creo que nos entendimos bastante bien,
teníamos las misma ilusión y además nos permitió compartir gastos, que en Islandia
se agradece bastante porque es un país francamente caro. No tanto si vas desde
Nueva York como es mi caso, pero aún así el precio de la gasolina, o de la
cesta de la compra es realmente elevado, al igual que el coche de alquiler.
Económicamente desde luego compensa mucho ir acompañado.
Reikiavik desde el campanario
Dos de
nosotros nos adelantamos y volamos desde Nueva York a Reikiavik el viernes y
llegamos a la capital bien pasada la media noche.
A la
mañana siguiente y para hacer tiempo mientras esperábamos al tercer componente de
nuestro equipo Fuimos a la atracción turística por antonomasia en Islandia: the
Blue Lagoon. Un lago artificial/spa geotérmico donde las aguas termales
cargaditas de minerales le dan un tono azulado muy bonito que contrasta
espectacularmente con los tonos negros de la roca volcánica que lo rodea. Esta
infestado de turistas, y es muy buena idea reservar con antelación, pero a
pesar de todo creo que es algo que probar sin duda.
Paisaje Islandes
Tras
nuestro relajante baño nos dimos un paseo en coche (llovia bastante) por la
península cercana al aeropuerto (Reykjanesfólkvangur) donde las formaciones
volcánicas son espectaculares, y la carretera que la atraviesa parece que te
conduce por la superficie de un planeta lejano de la Guerra de las Galaxias.
Blue Lagoon
Después
nos fuimos a comer y a visitar Reikiavik. Definitivamente uno no viene a
Islandia para visitar Reikiavik. La ciudad no vale demasiado, ni siquiera el
casco histórico. A cambio, la vida nocturna es sorprendente y los islandeses
son fiesteros profesionales. Al ser sábado por la noche pudimos tomarnos unas
copas y conversar con algunos de los locales. En general la gente es
extremadamente amable, hablan muy bien ingles y no es complicado que alguno
chapurree en español también.
A la
mañana siguiente (Domingo), y ya con el equipo al completo, tomamos carretera y
manta y nos dirijimos hacia el norte con una primera parada en Borgarnes. Ants
de continuar nada mas salir de la capital en seguida te das cuenta de lo que te
espera: casi nadie en la carretera (salvo ovejas gordas en los arcenes que te
obligan a conducir con los ojos abiertos de par en par) y cada una de las
“ciudades” marcadas en el plano se reducen a pueblecitos de un puñado de
habitantes. Lo pueblos en general no tienen mucho encanto, con casas muy
funcionales y construidas con materiales resistentes al horrible clima
invernal. Pero siempre te encuentras con alguna sorpresa en el camino, con
pequeñas granjas situadas junto a cascadas increíbles o enormes acantilados
frente al mar. Desde luego si te gusta la fotografía Islandia es la Meca.
Crater del Hverfjall
Tras
una brevísima parada en el pueblecito en cuestión continuamos nuestra marcha
hacia el Parque Nacional de Snæfellsjökull. Paramos en el “visitor center” de
Hellnar para informarnos y recorrimos la bonita península rodeando el volcán Snæfellsjökull,
visitando las playas y los acantilados, e incluso escalando al pequeño cráter
Saxholl. Una vez terminamos nos dirigimos a nuestra primera Guest House en las
afueras de Grundarfjordur literalmente en medio de la nada.
Crater del Krafla
Como aun teníamos algo
de luz, decidimos ir a cenar a Stykkishólmur disfrutando de los impresionantes
campos de lava por el camino. Una vez aquí visitamos la iglesia futurista que
presidia el pueblo, dimos un paseíto por el puerto con unas vistas del océano
increibles y encontramos un magnifico restaurante para cenar (Narfeyrarstofa).
Esta claro que aunque la Guest House estaba bien nos equivocamos y nos teníamos
que haber quedado aquí a dormir. Apuntado para la próxima.
Nuestro
plan de comidas para el viaje fue desayunar en las Guest Houses ya que todas
ellas están muy bien equipadas con una cocina pequeña y todo lo que se puede
necesitar para una corta estancia.
Algunas nos incluían el desayuno y otras simplemente nos lo preparábamos
nosotros. Para comer normalmente casi todos los pueblitos tienen lo que llaman
allí “bakeris” que vienen a ser pequeñas pastelerías donde venden bollos y
bocadillos. Muy recomendable probar la bollería local. Tienen unas rosquillas y
unos bollos de chocolate realmente deliciosos.
Parque Nacional de Skaftafel
Sin
embargo para cenar, y esto lo teníamos claro queríamos darnos un homenaje
siempre que fuera posible. El pescado en los restaurantes es delicioso,
extremadamente fresco y muy bien cocinado. No es caro, pero oye, para eso se
trabaja duro el resto del año.
Al día
siguiente (Lunes) nos esperaba un largo camino en la carretera. Por desgracia
la duración de nuestro viaje no nos permitió desviarnos para visitar los fiordos
de la península Vestfirdir (fiordos del Oeste). Casi mejor porque así tengo
excusa para volver en el futuro. Turnandonos en el todoterreno, con un tiempo
de perros, esquivando ovejas y pararando de tanto en cuanto para hacer
fotos del paisaje de postal, llegamos a Akureyri que es la segunda ciudad mas
grande de Islandia y que es más bien un pueblo grande. Hicimos una breve visita
y aprovechamos para aprovisionarnos en el supermercado. De aquí, y antes de que
cayese el sol salimos pitando a nuestras primeras gran cascadas: Godafoss. No
muy altas pero muy bonitas con el sol de atardecer. De aquí continuamos hasta
Husavic donde pasamos las próximas dos noches.
Laguna glacial de Jökulsárlón
El día
siguiente (Martes) lo pasamos entero visitando el lago Myvatn y sus
alrededores: el bonito cráter de Krafla, los cercanos campos de lava todavía
humeantes y su central geotérmica, subimos caminando al enorme cráter de
Hverfjall, condujimos alrededor del lago, visitando los campos de lava, y
después de comer nos dimos un homenaje en los baños naturales junto al lago. No
lo tienen tan bien montado como en el Blue Lagoon, es todo mucho más rustico
pero merece mucho la pena parar a relajarse un poco y tomarse una cerveza.
A la
mañana siguiente (Miercoles) nos dirigimos hacia el Parque Nacional de Jökulsárgljúfur
entrando por el Norte por la “carretera” 862. Aprovecho para comentar que en
Islandia aún hay muchas carreteras sin asfaltar donde hay que circular bastante
despacio (hay otras sin asfaltar pero en muy buen estado donde se puede ir mas
rápido) y con mucho cuidado. Nosotros tuvimos que atravesar, no sin miedo, un
par de ríos donde el agua llegaba hasta a mitad de la puerta en esta ruta. Se
veía alguna obra y es muy posible que esta carretera este asfaltada
próximamente, como la mayoría de las rutas donde hay alguna cosa interesante
que visitar. Por lo visto la afluencia de turistas se duplica cada año
últimamente, y claro, con ello vienen las mejoras de las infraestructuras. Una
pena la verdad, porque le da cierto espíritu de aventura a viaje. Pero
volviendo al hilo, después de conducir por la “carretera” durante un par de
horas con un viento tarifeño y un paisaje desolador llegamos a las increíbles
cascadas Detifoss y Selfoss. Muy recomendables las dos. Con un contraste entre
las dos orillas alucinante.
Alojamiento en Eskifjordur
Y de
aquí tiramos millas dirección Egilsstadir, dondecomo íbamos con tiempo, tomamos
un desvío bordeando el lago Lagarflijon y subir a visitar las cascadas de
Litlanesfoss y Hengifoss (llegado a este punto se entiende que en Islandes
“foss” significa cascada, claro). Hay que caminar cuesta arriba para visitarlas
pero creo que el esfuerzo merece la pena. Eso si, a pesar de ser Hengifoss la
más famosa con sus 128m de altura, a mi me gusto mucho más Litlanesfoss por sus
formaciones basálticas.
Y de
aquí a nuestro siguiente alojamiento en Eskifjordur, ya en el extremo opuesto
al Este de la isla, donde nos habían recomendado alojarnos en unas cabañitas al
borde del mar. Recomendación muy acertada porque las cabañas estaban
increíbles, y el entorno no podía ser más bonito, pero, y siempre tiene que
haber un maldito pero, nos hizo un tiempo de perros. Lo cual no me impidió
pegarme un baño caliente y disfrutar de una cerveza a 3 o 4 grados bajo cero en
el chulísimo hot tub fabricado en una lancha reconstruido en jacuzzi. Si esta noche nos hubiese salido despejada, y
además hubiésemos podido ver las auroras boreales creo que podría haber sido
una de las mejores noches de mi vida. Aún así no me puedo quejar porque estuvo
francamente bien.
Y desde
aquí ya nos dirigimos de nuevo al sur. Aunque parezca increíble, la dirección
de hacer este viaje en sentido de las agujas del reloj vino condicionada por la
duración del día. Para hacerse una idea, la duración del día durante la primera
quincena de Septiembre se reduce 8 minutos cada día (!!), lo cual quiere decir
que en solo una semana tienes una hora menos de luz, más aun en el norte de la
isla. Y nosotros queríamos aprovechar al máximo la luz.
Parque Nacional de Skaftafel
Continuamos
hacia el sur condiciendo por los fiordos del Este. Ah. Por desgracia tampoco
pudimos ver ni focas, ni ballenas ni los graciosos frailecillos (puffins pero como
ya los había visto en Alaska no me supo tan mal. Por la carretera llegamos a
nuestro siguiente hotel en Hofn, pero como era muy temprano decidimos continuar
para ir a visitar la laguna glacial de Jökulsárlón. Aquí fue donde volvimos a
encontrarnos con turistas otra vez tras unos cuantos días bastante solitarios.
Merce muchísimo la pena visitarlo. Ver los gigantescos icebergs flotando en la
laguna, o varados en la playa volcánica es muy increíble. El contraste del
hielo azulado, con el tono verduzco del mar y la arena volcánica es
espectacular.
Y de
aquí media vuelta para otra deliciosa cena a base de pescado fresco en Hofn en
el restaurante Pakkhús.
A la mañana siguiente (Viernes), nos fuimos a
visitar el Parque Nacional de Skaftafel. Por desgracia, una vez más nos volvió
a salir un día de perros. Pero nada que no se pueda solucionar con unos buenos
pantalones y una chaqueta impermeable. Aquí tuvimos la oportunidad de
fotografiar varias lenguas de glaciares inmensos, e incluso de caminar hasta la
falda de uno de ellos. No pudimos hacer ninguna visita guiada con crampones
sobre los glaciares porque todas las excursiones se cancelaron debido a la
peligrosidad de caminar sobre el hielo bajo lluvias torrenciales.
Por la
tarde aproveche para caminar hasta la cascada Skaftafell (no se por que no es
Skatafoss, la verdad ;-)). Otra cascada espectacular en un circo de formaciones
basálticas. Y que cosas que justo cuando me volvía hacia el coche, calado hasta
los huesos, se puso a lucir un sol esplendido. Ese día definitivamente me miró
un tuerto.
El Troll a lo lejos
Pero
como no hay mal que por bien no venga, aprovechamos para conducir hasta nuestra
penúltima parada en Vik donde llegamos de milagro porque la única gasolinera
entre Vik y el Parque Nacional estaba averiada…nota para el viajero por
Islandia: llena el depósito cada vez que veas una gasolinera porque puede haber
fácilmente 150km entre ellas. Al llegar a Vik ya provechando los últimos rayos
de sol fuimos a visitar la playa de Reynisfiara al otro lado del cabo. Esta fue
otra de mis mayores sorpresas. De las playas más bonitas que he visto en mi
vida, y no por la arena porque eran mas bien cantos rodados de origen
volcánico, sino por la situación, por el entorno, por el color del mar, por la
empinada colina verde esmeralda plagada de ovejas, por las formaciones
basálticas, por las columnas que surgían del mar como gigantes, por el
atardecer. Una maravilla. Y de aquí a darnos otro merecido homenaje por los
kilómetros recorridos en un bonito restaurante en Vik.
Reynisfiara
Y aquí nos ocurrió una
de las cosas mas importantes del viaje. Durante todas las noches anteriores y
me había levantado varias veces por la noche para intentar ver las auroras
boreales (o luces del norte) pero el mal tiempo no nos lo permitió. LA verdad
es que ya estábamos llegando al final del viaje, y volver de Islandia después
de haber estado 10 días y no haber podido ver las auroras es realmente triste.
Y eso que según el servicio nacional de auroras boreales (lo prometo que existe
y te dicen la probabilidad de ver auroras y su intensidad) habíamos tenido casi
100% de probabilidad todos los días, con la maldita lluvia no pudimos nunca ver
nada. El caso es que cenando un chico finlandés rubio y muy simpático que
hablaba bastante bien español nos pregunto si habíamos visto las auroras, y
ante nuestra negativa nos dijo: “si salís ahora a la calle las podréis ver!”…y
ahí dejamos la cena enfriándose en la mesa (no sin avisar al camarero) saliendo
pintando a la calle para ver un espectáculo que todo el mundo debería de ver una
vez en la vida. No tengo palabras. Hay que verlo con tus propios ojos.
Alucinante. Nunca estaré suficientemente agradecido con el desconocido que nos
aviso. Porque al acabar de cenar, el cielo se volvió a nublar y no tuvimos
ninguna otra oportunidad. Así que majete, si lees estas palabra, que sepas que
te debo una. Mil gracias.
Y para
nuestro último día del viaje nos reservamos el circulo turístico número 1 del
país: el Golden Circle. Es lo que la mayoría de los turistas que vienen a
Islandia visitan junto con los baños termales del Blue Lagoon. Mi opinión a los
que se vienen tan lejos para solo hacer esto? Se equivocan. Lo mejor del país
sin duda esta en las zonas más remotas. No estoy diciendo que no hay que ir a
visitar el Golden Circle porque pienso que también es una visita
imprescindible, pero creo que hay lugares mucho más espectaculares.
Avión estrellado en la playa
Pero
bueno, como comentaba pasamos la noche en Vik, y desde allí fuimos a visitar
primero el lago del cráter Kerið, que esta bien si te pilla de paso, pero a mi
tampoco me mato. De aquí continuamos el camino hacia las inmensas cataratas
Gulfoss que son muy espectaculares,
sobre todo porque no te esperas que haya semejante corte en el relieve según te
vas acercando con el coche. Muy recomendado. Y de aquí nos acercamos a ver los
geiseres de Geysir donde el más famoso Strokkur tiene erupciones continuamente
y es alucinante ver como se va “cargando” y de repente se forma como una
burbuja de agua cristalina que revienta por los aires.
Aurora Boreal (si, necesito una cámara mejor....)
También es algo
recomendadísimo. Y de aquí fuimos a comer a un restaurante (Lindin) muy bueno
junto al lago Laugarvatn antes de dirigirnos a visitar el Parque Nacional de
Pingvelllir donde se puede ver y dar un bonito paseo por las grietas
tectónicas. Y con esto y un bizcocho…nos
fuimos de vuelta a la capital Reikiavik a dar un último paseo, a hacer las
ultimas compras y a salir a tomar unas cervezas para disfrutar de la noche
islandesa.
Geysir
No me
importaría volver en el futuro. Uno de mis mejores viajes sin duda. Me apasiona
la naturaleza, las montañas nevadas, las playas desiertas, las enormes praderas
y acantilados…y no hay muchos países donde se puedan ver a la vez y con tanto
esplendor.