Otra vez por trabajo me ha tocado hacer más kilómetros que un peregrino. Esta vez ha sido una ruta rápida alrededor de lo que antiguamente se conocía como el
Telón de Acero.
Ver Telon de Acero en un mapa más grande
El lunes a primera hora ya estaba en camino hacia la capital de la República Checa. Por suerte tuve la tarde libre para pasear por las bonitas calles de Praga que ya había visitado en buena compañía durante la pasada semana santa. En cualquier caso, ahora en invierno la ciudad tenía un color diferente, más oscuro, lo cual en mi opinión la hace un poco más autentica. Quizás sea porque la cantidad de turistas era sustancialmente menor, y pasear por las calles semivacías desde lo alto del castillo con la catedral hasta la torre de la pólvora fue un verdadero placer. Caminar solo por las calles semivacías me recordó al video musical de los buenísimos INXS "
Never Tear Us Apart" grabado en esta ciudad.
La ciudad es pequeña, y a mi ritmo constante de caminar me pude recorrer todo el centro histórico sin problemas. En cualquier caso creo que un fin de semana en Praga es el tiempo suficiente para poder disfrutar de la ciudad. Para cenar me di el placer de visitar de nuevo el mismo restaurante
Il Fleku donde cene en semana santa, y esta vez no me equivoque y pedí su plato estrella: el codillo. Después, con la panza bien llena, cogí el metro de vuelta al hotel que estaba en las afueras pero bien comunicado. Es impresionante lo profundo que va el metro por esta ciudad y lo amplias que son sus andenes. Casi igual que en Madrid y Barcelona donde en hora punta están tan abarrotados que cualquiera se podría caer a la vía.
A las 6 de la mañana del día siguiente me vinieron a recoger los compañeros de la oficina local y me llevaron en coche a Pardubice. Tras un aburrido día de trabajo conseguí que me dejaran dar un paseo por el centro de la ciudad. Lo cierto es que la ciudad es bastante pequeña y no tiene mayor encanto que la Puerta Verde y algunas callecitas y plazas a su alrededor.
A la mañana siguiente en coche fuimos a
Brno, donde tuve un par de reuniones larguísimas que me impidieron ni siquiera dar un paseo por la ciudad. Por tanto se podría decir que no la conozco, y en consecuencia no me atrevería a recomendarla. Es la segunda ciudad de la República Checa a pesar de tener solo unos 400mil habitantes.
Tras otro madrugón infernal condujimos hasta Bratislava, la capital de Eslovaquia. “Lamentablemente” la reunión que teníamos aquí montada tuvo que cancelarse lo cual me permitió al menos visitar el grandioso Castillo sobre el caudaloso rio Danubio. No pude visitar su interior aunque tampoco resultaba muy atractivo ya que principalmente alberga el Museo Nacional. Lo mejor fue poder contemplar las bonitas vistas de la ciudad desde su posición. Desde está posición la ciudad vieja tenía buena pinta, pero los compromisos laborales solo me permitieron atravesar esta parte de la ciudad en coche por lo que me quede con las ganas de pasear por sus calles.
Tras una comida en la autopista antes de atravesar la frontera con Hungría (para aprovechar que en Eslovaquia aceptan euros, no como en la República Checa o en Hungría) llegamos al atardecer a Budapest. Hacía tiempo que tenía ganas de visitar esta ciudad, y visto lo visto tengo intención de volver al menos un fin de semana y en mejor compañía. Tuve la oportunidad de subir a la ciudadela en la colina sobre el Danubio desde donde las vistas eran increíbles. Se podía contemplar en todo su esplendor el Castillo Real de Buda, los puentes colgantes sobre el río, y la parte moderna de la ciudad al otro lado del río. Tras un bonito paseo recorriendo la orilla del río fuimos a cenar a un restaurante tradicional Húngaro donde, por supuesto, pude comer un delicioso plato de Gulash. La verdad es que el estofado de carne al estilo húngaro es muy rico, aunque tal vez algo picante, pero en general en el país toda la comida lo es.
Por la mañana, un poco más descansado tuvimos unas reuniones en la estación central de ferrocarriles junto al hotel. La gente en el país es bastante amable, y ya quedan pocos resquicios de su pasado comunista. Está claro que el país lleva unos años de retraso y que actualmente el nivel de inversión es más bien bajo, pero por lo que me comentaron la crisis actual también les está haciendo mucho daño, al igual que en Eslovaquia y la República Checa. Pero a toda la gente se le ponían los ojos como platos cuando les decía que en España la tasa de paro está llegando al 20%. Para ellos su actual 8-12% es ya una barbaridad. De hecho mi compañero checo me enseño un artículo del Economist donde dicen que son
más competitivos que España. Personalmente, y visto sus medios, infraestructura y calidad de vida no creo que sea cierto, pero cuando el rio suena…
Tras un ayuno a la fuerza en el aeropuerto de Budapest porque las 3 tarjetas de crédito no me funcionaban cogí mi siguiente vuelo rumbo a Milán. En el aeropuerto me esperaba mi compañero Italiano para darme unos papeles y muestras, y aproveche para merendar una rica pizza. De aquí a Madrid a pasar un largo fin de semana de churros, porras, comidas, copas y sobrinitos.
Suma y sigue.
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