sábado, 21 de enero de 2012

New York Stock Exchange


Si, lo se, le he hecho el vacío al blog. Tener 5 clases y trabajar a tiempo parcial me esta matando y no me deja tiempo para nada.

De todas formas, desde que he llevado no he tenido tiempo para muchas más cosas. Pero entre las pocas cosas que he podido disfrutar, sin duda destacaría la visita a Wall Street, a las entrañas de la Bolsa de Nueva York.  No es fácil llegar al “floor” porque desde hace varios años el acceso al público está prohibido.

George Washington sin perderle ojo a la Bolsa

Pero claro, después de ver en tantas películas a todos los brókeres comprando, vendiendo, gritando o tirándose de los pelos porque el chiringuito se les va a pique, cuando me llego la oportunidad de ir a visitarlo a través de un compañero del master no lo dude ni un instante.


Aprovecho desde aquí para agradecer a Ryan Falvey, el trader que nos dio la visita por su atención. No explico absolutamente todo, mientras le seguíamos correteando en búsqueda de los valores de apertura de varias compañías.

Un par de traders

Llegamos prontito, a las 9 de la mañana y tras pasar un par de controles policiales y asignarnos nuestros correspondientes pases de invitados pudimos pasar al parqué (lo que aquí llaman el “floor”).

La primera sensación es bastante impresionante, porque pasas de unos pasillos de mármol estrechos rodeados de seguridad a una sala inmensa, de unos 5 pisos de altura con mil millones de pcs, portátiles, terminales, teléfonos, y gente con traje tomando donuts y bebiendo café como si fuese agua mineral después de jugar un partido de fútbol. También están los traders. Cada uno con su chaquetilla de colores, con su nombre y su número impreso. Uno de estos traders nos recibió con los brazos abiertos, y tras un café y presentarnos a todos sus compañeros, nos enseño el funcionamiento de los terminales y el procedimiento para hacer transacciones. Una locura. EL tema de los papelitos para comprar o vender ya no existe, pero aunque no os lo creáis, por si se caen los terminales llevan en los bolsillos dos libretas para poder continuar a la antigua usanza.

Empieza el espectáculo

Después, antes de que sonara la campana de apertura, fue corriendo a investigar los valores de apertura de algunos activos en los cuales sus clientes tenían  mucho interés. Era complicado seguirle entre tanta gente moviéndose y buscándose.

Eso sí, nos comento que en diez años el personal se ha reducido de más de cinco mil personas a menos de mil. Las nuevas tecnologías lo hacen todo mejor y más rápido.

Ryan cerrando una operación en 5" de $750,000 (calderilla)

De hecho desde el año 2007, todos los stocks de la bolsa de NY pueden ser negociados de forma electrónica, salvo en algunos caos en los que su elevado precio lo impide. La sensación que yo tuve es que ahora todas las operaciones están reprogramadas en función de las ordenes de los clientes,  los traders simplemente supervisan en vivo como abren, evolucionan y cierran los valores. En cuanto sono la campana, el ritmo frenético se relajo bastante, el trader volvió a su “box” con los compañeros y tras otro café se dedicaron a hablar del partido del domingo entre los Giants y los 49rs (partidazo, por cierto).

El púlpito desde donde se anuncia la apertura y el cierre de la bolsa con una campana

Me dijeron que si el mercado estable el trabajo ya no es tan estresante. Trabajan de 8 a 5 de la tarde, y su sueldo está 100% basado en comisiones. Da igual si las operaciones hacen ganar o perder dinero a los clientes, ellos cobran por operación. Tiene lógica porque ellos no son los que últimamente toman la decisión de comprar en largo,  vender en corto, vender o lo que sea que les pidan.

Por último, también es increíble adivinar las cifras que se manejan. La bolsa de NY es sin duda la que más volumen mueve en el mundo con bastante diferencia. Aquí al día se mueven más de $150 billones (con B -eso si, aquí un billón son mil millones, no un millón de millones-). Yo suelo llevar esa cantidad en la chaqueta.

La próxima visita será a la Reserva Federal, a ver los lingotes de oro que casi le roban en las narices a Bruce Willis en la Jungla de Cristal.     

K

1 comentario:

  1. Como siempre muy entretenido!!! Sigue así my friend...
    Iña

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