lunes, 19 de octubre de 2009

Pekín, ¿pa qué? (I)

No me puedo considerar ni mucho menos un experto en China a pesar de las muchas veces que he visitado el país, principalmente porque casi siempre paso mis días en la capital Pekín (o Beijing en ingles). Lo que si tengo claro es que esta ciudad me la conozco bastante bien.

En general los Chinos no me caen muy simpáticos, aunque tal vez sea porque la mayoría de los que trato son gente de negocios, los cuales son falsos, mentirosos y extremadamente interesados, por no hablar de sus vicios (alcohólicos bebedores de Moutai, fumadores, puteros, jugadores empedernidos,...). Por supuesto no todos son así pero la mayoría de la gente que he tenido la suerte -o la desgracia- de conocer si que lo eran. No puedo dejar de recordar el "arreglo" que me ofrecieron hace un par de años por unos “miserables” 100.000€ para olvidar un problema de calidad que tuvo mi empresa con un suministro defectuoso.

Algún día espero poder visitar el país por mi cuenta y en buena compañía. Durante los 7 años que llevo viniendo a China he visitado muchas ciudades: Hong Kong, Wuhan, Chongqing, Tianjin, Xi’an, Zhengzhou, Pekín,....pero conocer, lo que se dice conocer, solo conozco bien Pekín.



Desde la primera vez que vine a Pekín, la ciudad ha dado un cambio radical en el más puro significado de la palabra. Cuando llegue aquí con solo 25 años todavía se respiraba una atmosfera comunista, con una ciudad que se presentaba imponente pero con el clásico corte soviético. Edificios funcionales y grises rodeaban las inmensas avenidas. Multitud de gente se movía de un lado a otro en bicicleta, carro, o simplemente caminando. Había multitud de puestos callejeros de comida, los mercados estaban situados en laberínticas calles y los Hutongs tradicionales (callejones) mostraban lo que uno espera de China antes de emprender un viaje hasta aquí. Sigo recordando las aventuras que pasaba para moverme por la ciudad o para ir cada mañana a Tianjin jugándome la vida con conductores chiflados en carreteras de medio pelo.

Tras 7 años, una multitud de visitas al país y unos orgullosos y derrochadores juegos olímpicos la ciudad es absolutamente diferente.



Circulando (o atascándose) en uno de los infinitos y baratísimos taxis uno se puede sentir como en Frankfurt. Los rascacielos de cristal están en todas partes, cochazos europeos o americanos atascan las carreteras, restaurantes occidentales, puticlubs de superlujo, centros comerciales que se ríen a carcajadas del Xanadu, discotecas imponentes en las azoteas de los mejores hoteles, ...

La verdad es que la ciudad ha perdido un poco su encanto, y aunque quedan unos pocos Hutongs y bastantes restaurantes auténticos, no es que se espera encontrar cuando uno viene a China.



Aquí el capitalismo es salvaje, es un todos contra todos y el que venga detrás que apechugue. En cualquier caso una visita de unos 3 o 4 días a la ciudad puede ser una gran experiencia, y sabiendo donde ir y que visitar uno se lo puede pasar muy bien. En mi próximo post tengo pensado hacer una pequeña "guía" de Pekín dando más detalles bajo mi punto de vista personal de la ciudad.



Estos última ocasión he estado participando en una aburridísima conferencia pero he podido disfrutar de bastante tiempo libre (por desgracia no en la mejor compañía, pero esto ya es otra historia....).

Me ha dado tiempo a darme una vuelta por algún mercado (aunque no compro ya casi nada porque me agota física y mentalmente), tomar unas cervezas en los bares alrededor del lago Hou Hai o en los Pubs de Sanlitun, pasear por Tiananmen y saludar a Mao convertido en panceta, disfrutar de la gastronomía local en algún nuevo descubrimiento, cantar humillado con mi compañera de la oficina en China "Ups I did it again" en un Karaoke-puticlub de megalujo (entre 200 y 400€ la botella, y seguro que otros euros tantos las lumis), salir a correr alrededor del German District y la zona de embajadas, tomar una Mahou en el bar de la mujer de un empleado de la embajada, comprobar que Amancio Ortega pega fuerte en China,...



Como siempre un montón de anécdotas, pero esto es lo bueno de viajar, aunque sea por trabajo.

Supongo que en breve estaré de nuevo de vuelta con más cosas que contar. Espero que esta vez vaya en mejor compañía y me dé tiempo a descubrir nuevos pueblos y conocer nuevas gentes.

Zàijiàn

K

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