lunes, 16 de agosto de 2010

Costa Brava con gambas bravísimas

(este post se tenía que habe publicado hace 3 o 4 semanas pero por error no se publico...soy un membrillo)

Tengo bastante abandonado el blog, pero es que con lo que se me viene encima no tengo tiempo para nada. Este fin de semana (mi último fin de semana completo en Barcelona) he podido disfrutar con los amigos de un fin de semana playero en la Costa Brava.

En verano ir a la Costa Brava desde Barcelona es un viaje de locos. Hay que salir muy temprano para no atascarse toda la mañana en la carretera, y poder aparcar en alguna de las calas. Tomamos la decisión, bueno, la tome yo, de ir a la Playa de El Castell al norte de Palamós. Aquí se puede llegar bastante bien con el coche porque hay un parking donde se puede dejar el coche por un par de euros. Desde esta playa se puede caminar 5 minutos hacia el sur, hacia S’Alguer o La Fosca donde todavía se pueden ver las antiguas casas de pescadores, o hacia el norte, hacia Callella de Parafrugel.

El agua es cristalina y bastante fresca y en mi opinión no tienen nada que envidiar a las aguas caribeñas de la República Dominicana. De hecho a mi me gustan mucho más porque tienen un tono diferente, y las rocas le dan un encanto especial. Además al meterte en el agua te refrescas de verdad. Bichos, no vimos muchos, salvo algunos peces “roca” y un solitario pulpo que no me hubiese importado meter en la cazuela a pesar que su primo el pulpo Paul me cae estupendamente.

Por la noche pudimos también disfrutar de una cena en el puerto de Palamós a base de gambas rojas que son simplemente espectaculares, y eso que no eran de las más grandes. Por supuesto valen su peso en oro pero no todos los fines de semana te vienen a visitar los amigos, y como decía Tom Cruise en Risky Business: “Pero, que coño…”. De hecho le pedimos al camarero que de postre nos sirviera unas pocas más. Por desgracia la cocina estaba ya cerrada a pesar de nuestras caras de amargura y tristeza.

El domingo también hubo playa en abundancia, pero esta vez nos desplazamos en Cercanías (o como se dice aquí en Rodalias) con dos millones de personas en el tren a la playa de Ocata (como bocata, pero sin B). Lo cierto es que la playa es extensa y está bien, aunque el agua no es como el de la Costa Brava. Por la noche cena en el Mercado de Santa Caterina, copa, café y puro y a dormir, que se avecinan semanas muy movidas.

Como siempre un placer recibir la visita de los amigos. Ojalá se repitiese más a menudo, aunque en los próximos 24 meses va a ser misión imposible.

K

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