miércoles, 17 de agosto de 2011

Day 10: Big Sur

Ya no quiero mencionar ni la hora en la que nos pusimos en marcha porque resulta cansino. Pero bueno, todos sabemos que al que madruga, no le mires el diente. O algo así.

Muir NP

Bueno, antes de despedirnos definitivamente de San Francisco, mi novia insistió mucho en aprovechar que ya tenemos coche de nuevo y así visitar el Muir Forest y al mirador al otro lado del Golden Gate. Creo que acertó en insistir. El Muir Forest en un bosque muy grande a unos 30km del centro de San Francisco donde tienen una especie de microclima lo que ha permitido que crezcan arboles milenarios (redwood trees o secuoyas rojas) de muchas decenas de metros de altura. Muy bonito. Hicimos bien en llegar muy temprano, porque después de dar la vuelta de rigor al volver nos encontramos con la marabunta de turistas matándose por hacerse la foto con el típico tronco de árbol cortado señalando diferentes periodos de la historia a lo largo de sus multiples anillos. Por supuesto, esa foto también la tengo yo.  Solo me faltan la riñonera y las cangrejeras transparentes.

17 miles

Después a la vuelta subimos al mirador para disfrutar de las vistas de la Bahía de San Francisco con todo su esplendor. Me lo habían recomendado mucho, y la verdad es que es algo que hay que hacer una vez en San Francisco. Si se está en forma, se puede llegar en bici a golpe de riñón y nandrolona, o incluso los domingos hay un autobús municipal que te lleva desde el downtown. Lo difícil es pillar un día de verano que no tenga la bahía con niebla. Nosotros tuvimos suerte, aunque el fuerte viento no te permite quedarte mucho tiempo haciendo fotos.

Peeble Beach

Y por fin, definitivamente rumbo al sur. Al Big Sur. Carretera y manta hasta llegar al Carmel y a las famosas 17 miles con su inconfundible campo de golf (como los links escoceses), sus mansiones, y sus 10 dólares que te cobran ya por entrar a ver lo bien que viven los ricos. Lo cierto es que el paseo merece la pena solo por ver las formas que han tomado los pinos debido a los fuertes vientos.  En está ocasión no he visto focas ni leones marinos tomando el sol en las rocas, pero las playas de esa zona de la costa son igualmente espectaculares.

Pfeiffer Falls

Tras el paseíto, seguimos rumbo al sur adentrándonos en lo más profundo del Big Sur. Aquí las playas bajo los acantilados son simplemente alucinantes. Vacias. Sin ni un solo bañista, posiblemente por el difícil acceso a las mismas. Aguas de color turquesa y unas olas y un viento que se que haría las delicias de más de uno de mis amigos. Cada 10 o 15 millas te encuentras con lo que llaman State Beaches, que son playas relativamente bien equipadas, con aparcamiento y baños, y donde te cobran $8 por aparcar el coche.

Más al sur llegamos hasta un sitio que no aparce casí en las guias, pero que para mi es un “must see”. Las Julia Pfeiffer Falls (no confundir con el Pfeiffer State Park, como me ocurrió hace 6 años). Una cascada natural de un riachuelo que vierte el agua directamente sobre las olas del mar. El acceso a la playa está prohibido pero las vistas desde arriba al atardecer son de impresión.

Esto es todo al sur que llegamos en la carretera 1, porque nuestro destino está ahora hacia al Oeste, hacia Yosemite. Por lo que dimos vuelta atrás, atravesamos de nuevo el Carmel y nos fuimos directos al hotel en un pueblo feo de carretera llamado Salinas, donde hemos llegado a las 11 de la noche y simplemente vamos a hacer noche. Mañana como ya he dicho, a Yosemite.

K

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